
La historia del hapkido es mucho más que una simple cronología de hechos; es un viaje cultural, filosófico y técnico que refleja la evolución de Corea y su identidad marcial. Esta disciplina, aunque menos conocida que otras artes orientales como el karate o el taekwondo, posee una riqueza táctica y conceptual que la convierte en una de las expresiones más completas del combate cuerpo a cuerpo.
Nacido en un contexto de reconstrucción nacional tras la ocupación japonesa, el hapkido no surge de la nada: es el resultado de una síntesis entre influencias externas, como el Daitō-ryū Aiki-jūjutsu japonés, y elementos autóctonos que fueron adaptados con ingenio a la idiosincrasia coreana. A través de este arte, los pioneros de mediados del siglo XX no solo buscaban un sistema de defensa eficaz, sino también una vía para restaurar el orgullo cultural del pueblo coreano.
En este recorrido exploraremos la historia del hapkido desde sus raíces más profundas, analizando sus influencias técnicas y filosóficas, su consolidación como arte marcial estructurado y su posterior difusión internacional. A lo largo del texto también se examinarán las figuras clave de su desarrollo, los cambios en sus principios a lo largo del tiempo, y el papel que juega hoy día en la escena marcial global.

Asimismo, se abordarán distintas perspectivas sobre su origen —o como algunos lo denominan, hapkido origen—, estableciendo conexiones entre el contexto histórico y los valores que siguen guiando esta disciplina hasta nuestros días. Comprender la historia de hapkido es, en última instancia, entender cómo una nación canalizó su herencia cultural a través del movimiento, la disciplina y la armonía marcial.
Orígenes del hapkido: influencias y raíces
El hapkido origen se remonta a un complejo entramado de tradiciones marciales, influencias culturales y circunstancias históricas que dieron forma a una de las disciplinas más completas del combate cuerpo a cuerpo. Para comprender su nacimiento, es esencial reconocer que el hapkido no es un arte marcial creado desde cero, sino una evolución estratégica e identitaria que combina elementos autóctonos coreanos con aportes técnicos y filosóficos de origen extranjero, principalmente japonés y en menor medida chino.
Durante la ocupación japonesa de Corea (1910–1945), muchos coreanos fueron expuestos a las artes marciales niponas, especialmente al Daitō-Ryū Aiki-Jūjutsu, una disciplina basada en la manipulación de las articulaciones, proyecciones y el control del oponente a través del flujo de energía y el desequilibrio. Uno de los momentos clave en a historia do hapkido fue la llegada de Choi Yong-Sool a Corea después de haber vivido en Japón, donde supuestamente fue discípulo o sirviente en la casa de Sokaku Takeda, maestro del Daitō-Ryū.
Choi adaptó lo aprendido y comenzó a enseñarlo en Corea, combinándolo con técnicas tradicionales coreanas como el taekkyeon (arte marcial folklórico) y aspectos filosóficos del pensamiento oriental. Este sincretismo no solo afectó al contenido técnico, sino también a la forma de pensar el combate, la defensa personal y la ética marcial. La influencia china, aunque menos directa, se percibe en ciertos conceptos energéticos y en algunos movimientos circulares que enfatizan el principio del no enfrentamiento directo.
En esta fase temprana, todavía no se hablaba de hapkido como un sistema organizado. Las enseñanzas de Choi eran transmitidas de forma oral y práctica a un número reducido de alumnos. No fue sino hasta que discípulos como Ji Han-Jae comenzaron a sistematizar el contenido y establecer dojangs (escuelas) con estructura jerárquica y técnica definida que el hapkido empezó a adquirir una identidad reconocible.
Este período previo a su institucionalización fue fundamental para que el arte se moldeara con flexibilidad, absorbiendo aportes diversos y adaptándose al contexto coreano posbélico. El resultado fue una disciplina que no solo se distingue por su eficacia física, sino también por una filosofía que promueve la armonía, la no resistencia y el uso inteligente de la energía del adversario. Así se consolidaron los cimientos de lo que hoy conocemos como hapkido origen.
Historia del hapkido: fundadores y evolución inicial
La historia del hapkido comienza con una figura crucial: Choi Yong-Sool, considerado el padre fundador de esta disciplina. Nacido en 1904 en Corea, fue llevado a Japón a una edad temprana, donde vivió durante décadas. Durante su estancia, se cree que fue discípulo, o al menos estuvo estrechamente relacionado, con el maestro Sokaku Takeda, líder del sistema Daitō-Ryū Aiki-Jūjutsu. Aunque algunos aspectos de esta relación siguen siendo objeto de debate, lo cierto es que Choi absorbió un profundo conocimiento técnico basado en la manipulación articular, los lanzamientos y el control mediante el uso eficiente de la energía.
Al regresar a Corea después de la Segunda Guerra Mundial, Choi comenzó a enseñar su sistema bajo el nombre de Yawara, posteriormente Yu Sool, a un pequeño grupo de estudiantes. Este fue el punto de inflexión en la historia del hapkido, ya que sus enseñanzas marcaron el inicio de una tradición marcial adaptada al contexto coreano.
Uno de sus alumnos más influyentes fue Ji Han-Jae, quien no solo dominó las enseñanzas de Choi, sino que también introdujo innovaciones técnicas y filosóficas. Ji incorporó elementos del taekkyeon coreano, técnicas de respiración taoístas, conceptos energéticos (ki) y un mayor énfasis en los movimientos circulares. También fue el responsable de acuñar el término hapkido, que puede traducirse como “el camino de la armonía con la energía”.
Bajo su liderazgo, y con el respaldo de otros pioneros como Kim Moo-Hong y Myung Jae-Nam, el arte comenzó a estructurarse de manera formal. Se fundaron las primeras escuelas (dojangs) en Seúl y otras ciudades, y se estableció una jerarquía técnica con cinturones, grados y programas sistematizados. También se iniciaron los esfuerzos por expandir el arte a nivel nacional e internacional, lo cual sentó las bases para su reconocimiento global.

La historia del hapkido en esta fase inicial estuvo marcada por la diversidad de interpretaciones entre los primeros maestros. Algunos se enfocaron en la defensa personal pura, otros en aspectos más espirituales o estéticos. Esta variedad dio lugar a distintas ramas dentro del hapkido, lo que explica la amplitud técnica y filosófica que caracteriza al arte hasta hoy.
Así, de la mano de Choi Yong-Sool, Ji Han-Jae y otros innovadores, la historia del hapkido pasó de ser una herencia técnica transmitida de forma privada a un arte marcial con identidad propia y estructura institucional consolidada.
Expansión internacional del hapkido
La expansión global del hapkido fue un proceso gradual pero decisivo en la historia del hapkido, y su éxito internacional se debió a una combinación de factores técnicos, estratégicos y culturales. Aunque el arte nació y se consolidó en Corea, no tardó en traspasar fronteras gracias al esfuerzo de los primeros maestros que vieron en su internacionalización una forma de legitimar y preservar la disciplina.
Durante las décadas de 1960 y 1970, varios discípulos directos de Choi Yong-Sool y Ji Han-Jae emigraron o fueron invitados a enseñar en el extranjero. Países como Estados Unidos, Alemania, Argentina y Brasil fueron los primeros en recibir instructores coreanos que fundaron dojangs (escuelas) y asociaciones locales. Entre los pioneros más destacados en esta fase están Jee Han-Jae, quien enseñó en los Estados Unidos, y Kim Moo-Woong, quien promovió el hapkido en América del Sur. Estas figuras jugaron un rol clave en el reconocimiento temprano del arte fuera de Asia.
Otro catalizador fundamental en la historia del hapkido fue la influencia del cine de acción y la televisión coreana. Durante las décadas de 1980 y 1990, artistas marciales como Hwang Jang-Lee —conocido por su dominio del hapkido y su participación en películas junto a Jackie Chan— llevaron el arte a un público más amplio. Las películas no solo mostraban la espectacularidad técnica del hapkido, sino que también despertaban el interés por su filosofía y enfoque táctico.
Este fenómeno coincidió con el auge global de la cultura pop coreana, lo que amplificó la visibilidad del hapkido junto con otras expresiones culturales como el taekwondo y el K-pop. Gracias a estas dinámicas, hapkido origen dejó de ser un tema exclusivamente coreano para convertirse en una referencia dentro del universo de las artes marciales internacionales. Hoy en día, miles de practicantes en los cinco continentes mantienen viva su esencia.
Historia del hapkido: principios filosóficos y técnicos
Para comprender en profundidad a historia do hapkido, es imprescindible analizar sus principios filosóficos y técnicos, ya que estos son el núcleo que le otorga coherencia y unicidad frente a otras disciplinas marciales. Estos fundamentos no son meros conceptos teóricos, sino guías prácticas que modelan la ejecución del movimiento, la actitud del practicante y la relación con el oponente.
Los tres pilares fundamentales del hapkido son Hwa (armonía), Won (circularidad) y Yu (fluidez).
- Hwa enseña a no oponer resistencia directa al ataque, sino a absorber y redirigir la energía del adversario, utilizando su fuerza en su contra.
- Won implica moverse en trayectorias circulares, evitando ángulos rectos de confrontación. Esta estrategia permite neutralizar ataques con eficiencia y economía de movimiento.
- Yu, por su parte, representa la adaptabilidad: como el agua, el practicante debe fluir y cambiar según las circunstancias, sin rigidez ni bloqueos innecesarios.
Estos principios distinguen claramente al hapkido de otras artes marciales más lineales o basadas en fuerza bruta. Por ejemplo, a diferencia del karate tradicional, que enfatiza la rigidez y la potencia directa, el hapkido prioriza el control dinámico del adversario a través de llaves, palancas y desequilibrios.
Desde el punto de vista técnico, estos conceptos se reflejan en la ejecución de más de 3.000 técnicas clasificadas por nivel, aplicables a defensa personal, control policial y combate avanzado. En la historia de hapkido, esta riqueza técnica fue producto de una evolución que combinó la experiencia práctica de sus fundadores con una profunda reflexión filosófica.
Por eso, cuando hablamos de historia del hapkido, no solo nos referimos a fechas o nombres, sino al desarrollo de un sistema que integra cuerpo, mente y energía en perfecta armonía. Esta visión integral es lo que ha permitido que el hapkido trascienda fronteras y generaciones.
Historia del hapkido: situación actual y futuro
En la etapa contemporánea, la historia del hapkido continúa escribiéndose a través de una comunidad global diversa, marcada por la coexistencia de múltiples estilos, escuelas y federaciones. A lo largo de los años, la falta de una organización centralizada ha derivado en una fragmentación del arte, lo que ha dado lugar a diferentes interpretaciones técnicas y filosóficas. Esta pluralidad, aunque en ocasiones genera conflictos de legitimidad, también ha permitido una evolución constante y adaptativa del sistema.
Hoy en día existen importantes federaciones a nivel mundial, como la Korea Hapkido Federation (KHF), la World Hapkido Federation (WHF) y la International Hapkido Federation (IHF), entre muchas otras. Cada una promueve sus propias metodologías de enseñanza, estructura jerárquica y exámenes técnicos. Algunas se centran en el aspecto tradicional, otras en la aplicación práctica para fuerzas de seguridad, e incluso hay escuelas que han integrado elementos modernos como defensa urbana o entrenamiento deportivo competitivo.
Uno de los grandes desafíos actuales es la estandarización del conocimiento, sin perder la riqueza de la diversidad técnica. Las nuevas generaciones, aunque muestran entusiasmo, a menudo carecen de referentes consistentes o de una pedagogía uniforme. Esto pone en riesgo la transmisión precisa de los principios fundamentales del arte, tal como fueron concebidos en los inicios del hapkido origen.
La historia del hapkido no se detiene. Evoluciona con el mundo, adaptándose a nuevos contextos sin perder la esencia transmitida por los pioneros. La clave estará en mantener un equilibrio entre innovación y fidelidad a sus raíces.